Hablamos de la situación actual y la eficiencia de mindfulness en niños y adolescentes

La literatura actual señala que niños y adolescentes se encuentran sometidos a unos importantes niveles de presión externa. Muchos estudiantes presentan fuentes de estrés procedentes del entorno familiar, de los conflictos entre padres, de determinados aspectos socioculturales o de factores de salud física y mental (Meiklejohn y cols., 2012).

Esto puede producir malestar psicológico, trastornos de la conducta y diferentes maneras de ansiedad en los niños, que pueden dañar la arquitectura de su cerebro en desarrollo, interferir en su aprendizaje, perturbar su pensamiento y afectar muy negativamente al rendimiento escolar (Meiklejohn y cols., 2012; Napoli y cols., 2005).

A medida que los niños van creciendo, la adolescencia llega como un período de cambios psicológicos, emocionales y fisiológicos, así como de presiones académicas e interpersonales.

En esta fase, muchos adolescentes pueden desarrollar problemas de salud mental, como ansiedad y depresión o comportamientos autolesivos o de riesgo, como abuso de drogas y alcohol.

Por todo esto, a lo largo de las diferentes fases educativas, los centros de enseñanza se enfrentan a la ardua tarea de formarse no solo como instituciones para la educación formal, sino como instituciones que doten a los niños y a los jóvenes de recursos para prevenir trastornos y ayudar a fomentar su bienestar y desarrollo personal (Zenner y cols., 2014).

Programas de mindfulness en colegios e institutos

En Estados Unidos diferentes escuelas ofrecen una variedad de servicios de salud mental que van desde atención especializada hasta programas de prevención más generalizados, implementados a través de centros de salud mental escolar, psicólogos escolares o asesores.

En cambio, la disponibilidad de estos servicios varía según los recursos y existe consenso en que las necesidades de salud mental de muchos niños no están satisfechas (Britton y cols., 2014).

Se puede confirmar que esta situación se repite en nuestro país, aun cuando las escuelas podrían beneficiarse de operaciones de bajo costo, que demuestran mejorar la salud y el bienestar de los estudiantes. Los programas de mindfulness se plantean como especialmente adecuados para lograr este fin.

Se han desarrollado distintos programas de mindfulness destinados a los alumnos. La mayoría de ellos han resultado ser adaptaciones de operaciones basadas en el mindfulness ampliamente usadas y evidenciadas con adultos, como los programas MBSR o MCT.

Entre las variaciones para niños y jóvenes, se encuentra el decremento de la longitud de las sesiones y de la duración de las meditaciones, así como otros cambios en el contenido de las sesiones y en las prácticas, con la finalidad de hacerlas más comprensibles y accesibles a los alumnos.

Pero también se han creado distintos programas más específicos para niños y adolescentes.

Entre los destinados a los alumnos de 3-14 años de edad que han sido investigados científicamente, destacan los siguientes; Inner kids Program (Flook y cols., 2010), Inner Resilience Programe (Metis Associates, 2011), y MindUp (Schonert-Reichl y Lawlor, 2010); Schonert-Reichl y cols., 2015).

Entre los programas destinados a los alumnos de 14-18 años de edad, destacan: Learning to Breathe (Broderick y Metz, 2009) y Stresses Teens (Biegel y cols., 2009).

Finalmente, algunos programas que cubren todo el rango de edad son: La atención funciona (Nanninga y Sizoo, 2012), Mindfulness in Schools Proyect (MiSP) (Huppert y Johnson, 2010; Kuyken y cols., 2013), y Mindful Schools (Liehr y Diaz, 2010).

Demostración científica de los programas de mindfulness en niños y adolescentes

En las últimas décadas, múltiples estudios han documentado los beneficios de la atención plena en los adultos.

En cambio, pese a la gran evidencia de esta eficiencia en los adultos, la demostración es más escasa en el caso de los niños y los jóvenes, hecho que se atribuye al estado naciente en el que se encuentra la investigación al respecto (Zoogman y cols., 2015).

A pesar de todo, en los últimos años, el número de estudios sobre mindfulness en niños y jóvenes ha ido aumentando. Entre los estudios realizados con niños, destacamos uno de los primeros en ser difundido: el estudio llevado a cabo por Napoli y sus compañeros (2005), un ensayo controlado aleatorizado, con 194 niños de edades entre los 6 y 9 años.

Los alumnos que participaron en el Attention Academy Program, incluyendo ejercicios de respiración, físicos y sensoriales, mostraron mejoras en atención y habilidades sociales, y reducciones en los niveles de ansiedad autoinformados, en comparación con el grupo de alumnos control.

Conclusiones de la eficacia del mindfulness en niños y adolescentes

La incorporación del mindfulness en la educación se forma con la visión del aprendizaje que busca la formación de los estudiantes a nivel académico, social, emocional, ético y espiritual (Clonan y cols., 2014).

Los descubrimientos de las revisiones sistemáticas previas y los metanálisis de operaciones basadas en el mindfulness han llevado a los investigadores a proponer que este enfoque terapéutico es muy útil para reducir un rango de comportamientos problemáticos de los estudiantes y promover una variedad de comportamientos de bienestar en las escuelas (Klingbeil y cols., 2017).

Según Waters y su equipo (2015), los colegios son el lugar ideal para enseñar meditación desde el punto de vista de maximizar el alcance, ya que tienen contacto con un gran número de niños de manera regular y durante sus años de desarrollo formativo, en los cuales se pueden establecer hábitos y vínculos de por vida.

Pero a pesar de todo, es necesario ser prevenidos con estas conclusiones. Si bien la investigación en esta área continúa creciendo, existe la necesidad de una investigación bien diseñada y muy sólida para guiar la implementación de las prácticas fundamentadas en el mindfulness en niños y adolescentes.

Se necesitan muchos ensayos controlados aleatorizados más grandes para proporcionar un mayor apoyo práctico.

También se ha observado cómo la mayoría de estudios, revisiones y metanálisis existentes hasta la fecha sobre el mindfulness investigan muestras poblacionales compuestas, siendo complicado encontrar buenos estudios compuestos solamente con datos de una sola muestra.

Muchos utilizan muestras pertenecientes a minorías étnicas, lo cual limita en gran medida la generalización de resultados.

Así, será indispensable continuar investigando para determinar su eficiencia tras solventar las limitaciones existentes en análisis previos, así como delimitar mejor aquellas variables moderadoras y características que influyen o determinan su eficacia.

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