Mindfulness y eficiencia. La duración estándar de la práctica del mindfulness: ocho semanas

Los protocolos fundamentales del Mindfulness son el MBSR y MBCT. El curso de Mindfulness tiene una duración de ocho semanas, por lo que los estudios confirman que en este tiempo de práctica del mindfulness se pueden encontrar cambios muy significativos en diversos niveles, por lo que se considera el tiempo mínimo de práctica para notar resultados.

Modificaciones que se producen en los pacientes durante las ocho semanas de duración del tratamiento

Cuando se estudian los cambios que se producen en los alumnos que participan en los protocolos del mindfulness, como un curso de MBSR, se observa lo siguiente (Baer y cols., 2012): las capacidades y los niveles del mindfulness aumentan de forma notable hacia la segunda semana, pero los niveles de estrés percibido no se suelen rebajar hasta la cuarta semana.

Esto confirmaría que el aumento en los niveles del mindfulness son mediadores, y por esa razón preceden a reducir del estrés. Por otro lado, los cambios notados en la tercera semana de terapia predicen los cambios que ocurrirán al final del curso, tanto en mindfulness como en estrés.

Con esto se confirma que podríamos identificar a las personas que van o no a responder al tratamiento con mindfulness ya desde la tercera semana de la intervención, aunque lo que se predice es la mejora en niveles de mindfulness y no en aspectos psicológicos (Baer y cols., 2012).

Al mismo tiempo se observa cómo cambian las facetas del mindfulness del cuestionario FFMQ a lo largo del entrenamiento MBSR. Así, las facetas observar, actuar con atención y no reactividad nos enseñan cambios muy significativos en la segunda semana, mientras que no juzgar mejoraba en la semana tres.

El nivel del cambio fue mayor en no reactividad, que mejora sobre todo entre la semana uno y la dos, lo que sugiere que esta habilidad es bastante desconocida entre los alumnos antes de practicar mindfulness.

La subescala describir no mejora durante el entrenamiento, porque el MBSR apenas enfatiza el etiquetar verbalmente la experiencia, por eso es normal que esta faceta sea la que menos mejora con este entrenamiento (Carmody y Baer, 2008; Carmody y cols., 2009).

¿Son eficientes las operaciones del mindfulness de duración menor?

La pregunta es si operaciones más cortas lograrían resultados notables o incluso similares a los protocolos de ocho semanas.

Se han realizado diversos intentos de acortar los programas del mindfulness, ya que los formatos actuales son complicados de implementar en los sistemas sanitarios públicos de diferentes países.

Algunos de los programas que se han utilizado son los siguientes:

  • Pacientes con dolor de espalda crónico (Braden y cols., 2016).
  • Médicos de atención primaria (Fortney y cols., 2013; Schroeder y cols., 2016).
  • Trabajadores en general (Klatt y cols., 2009).
  • Estudiantes (Morrison y cols., 2014; Demarzo y cols., 2015).
  • Para veteranos en atención primaria (Bergen-Cico D, Possemato K, Pigeon W., 2014).

Todos ellos demuestran eficiencia en diversas variables psicológicas. En concreto, se confirmó:

  • Reducción de los niveles de cortisol salivar diurno (Bergen-Cico, 2014).
  • Mejoría de síntomas de depresión y dolor de espalda crónico y aumento de la actividad hemodinámica del lóbulo frontal (Braden y cols., 2016).
  • Disminución de estrés, ansiedad depresión, quemado profesional y despersonalización (Fortney y cols., 2013).
  • Reducción del estrés percibido y del insomnio (Klatt y cols., 2009).
  • Reducción de la mente errante y mejora de la memoria de trabajo (Morrison y cols., 2014).
  • Reducción de los síntomas de quemado profesional (Schroeder y cols., 2016).

Uno de los estudios más fuertes sobre el tema lo realizó el grupo (Demarzo y cols., 2017).

En un estudio de jóvenes universitarios comparamos de forma directa una operación de mindfulness de ocho semanas con otra de cuatro, y no se hallaron diferencias significativas en las variables estudiadas, que incluían mindfulness y afecto positivo mientras que ambos grupos mejoraban notablemente en comparación con el grupo control, que no recibió tratamiento.

En definitiva, intervenciones fundamentadas en el mindfulness (MBI) breves, pueden ser tan eficientes como los estándares de ocho semanas y mucho más aceptables por la población en general o en entornos públicos sanitarios.

Dosis de práctica formal diaria necesaria

Muchos de los avances sobre mindfulness como el MBSR y la MBCT, recomiendan una práctica formal diaria de unos 45 minutos al día, y al menos seis días por semana (Kabat-Zinn, 1990; Segal y cols., 2002).

Otras terapias de tercera generación como la terapia de aceptación y compromiso, ACT, (Hayes y Smith, 2005), o la terapia dialéctico conductual, DBT, (Linehan, 1993), están menos focalizadas en la práctica formal y tienden a incorporar más práctica informal como tarea para casa entre sesiones.

A pesar de la importancia que otorgan estos protocolos a la técnica del mindfulness en casa, los alumnos pueden encontrar casi imposible dedicar mucho tiempo para practicar (Sobczak y West, 2013). Un metanálisis de operaciones de mindfulness (Vettese y cols., 2009), comprobó que menos del 25% de los 96 estudios incluidos en el análisis ofrecían datos sobre la relación entre la práctica y la eficacia.

Trece de los 24 estudios investigados, y que sí estudiaron esta relación, confirmaron que, a más minutos de práctica durante las ocho semanas del curso, mejores resultados. En cambio, esto no se confirmó en los estudios restantes (46%).

Solo unos pocos estudios, la mayoría usando el protocolo MBSR, han estudiado la práctica del mindfulness durante un período de tiempo y su relación con los resultados a largo plazo.

En un estudio realizado con diecinueve pacientes con trasplante de órgano que completaron un curso de MBSR, los minutos de práctica durante los tres meses de seguimiento se asociaron con la mejoría en ansiedad y estrés, aunque no guardaba relación con los cambios en niveles de depresión (Gross y cols., 2004).

Sephton y su equipo (2007), encontraron que, en mujeres con fibromialgia que completaron un programa de MBSR, las que realizaron técnicas regulares durante dos meses reportaron la mayor reducción de síntomas depresivos. En otro ensayo sobre MBCT, las mejorías en los síntomas depresivos durante el seguimiento de 12 a 34 meses se relacionaron con la duración y la frecuencia de la práctica tanto formal como informal, aunque no describen cómo la pudieron medir (Mathew y cols., 2010).

Cantidad de práctica realizada en casa y relación con los resultados

El estudio más poderoso es el metanálisis del equipo de Kuyken en Oxford (Parsons y cols., 2017), quienes, investigando más de 1.400 alumnos, provenientes de 43 estudios publicados y que utilizaron los programas MBST y MBCT.

El ensayo confirma que las tareas que los alumnos realizan en casa solo constituyen el 64% de lo que se les asigna en el programa, o sea, unos 30 minutos al día durante seis días a la semana.

No hubo diferencias entre poblaciones clínicas y no clínicas, por lo tanto, no es la enfermedad la causa de la baja cumplimentación. Los escritores sugieren distintos factores causales, como personalidad de la persona, motivación para el cambio o falta de una clara expectativa de mejora. Ninguno de estos factores se ha estudiado en el mindfulness, por lo que no está clara la causa en su totalidad.

Igualmente se confirma que en una buena parte de estos estudios, existe una correlación significativa aunque pequeña, entre la práctica en casa autorreportada y los resultados de la operación. Aunque esta correlación parezca baja, es parecida a la encontrada en terapia cognitiva entre eficacia y realización de las tareas en casa (Kazantzis y cols., 2010).

Por consiguiente, merece la pena enfocar la práctica en casa porque está ligada con la eficacia. Otra variable que valdría la pena analizar para ver su relación con la eficacia, es la asistencia a las sesiones.

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