Introducción
El cortisol es uno de los registradores biológicos más relacionados con el estrés y una de las medidas que se ha recomendado evaluar para determinar la eficiencia de las operaciones basadas en el mindfulness.
En un individuo que padece estrés, el programa MBSR tiene efectos muy beneficiosos en la respuesta endocrina y cardiovascular, concretamente reduciendo los niveles de cortisol durante una situación de estrés agudo. En comparación con el grupo control, en el grupo MBSR se observa, en la postintervención, una bajada de la presión sanguínea tanto diastólica como sistólica.
El grupo MBSR muestra modificaciones de presión relacionados con la situación de estrés más pequeños en la postintervención, en comparación con el grupo control.
En una actual revisión sistemática de nuestro grupo (Sanada y cols., 2016), se han investigado cinco ensayos controlados aleatorizados (klatt y cols., 2009; Oken y cols., 2010; Jensen y cols., 2012; Flook y cols., 2013; Rosenkranz y cols., 2013), con la finalidad de observar el efecto del mindfulness en el nivel de cortisol en la saliva en muestras de personas adultas sanos.
Todos estos ensayos fueron realizados en condiciones estándares, sin que el cortisol fuera medido solamente durante los episodios de estrés. Los resultados presentan un efecto relativamente bajo de las intervenciones basadas en el mindfulness en el beneficio del estado de salud relacionado con el nivel de cortisol.
Existe una variación moderada por la asociación notada entre el tamaño del efecto y las edades de los participantes, el número de sesiones de mindfulness, y las horas totales de las operaciones basadas en esta técnica.
El objetivo del estudio de Oken y su equipo (2017), fue contemplar si el mindfulness podría tener un efecto positivo desde un punto de vista cognitivo, de la salud mental y fisiológico en una muestra de adultos mayores con estrés, en edades de 50 a 85 años. Los resultados enseñan que el mindfulness no produce efectos en el rendimiento cognitivo ni en parámetros fisiológicos, incluyendo el cortisol.
Sin embargo, hubo una mejoría notable con respecto a los autoinformes usados en el estudio, que incluían regular el estrés y los sentimientos negativos.
En otro estudio (Lindsay y cols., 2017), la finalidad de los investigadores era comprobar si la aceptación era un componente fundamental del mindfulness para aminorar los efectos relacionados con el estrés, usando una versión modificada del Trier Social Stress Test.
Los resultados demuestran en personas estresadas que el grupo que ha seguido las quince sesiones de aceptación más monitorización, ha rebajado los efectos en relación con el estrés tanto en la presión sanguínea como en el cortisol, en comparación con el grupo que recibió un entrenamiento solo de monitoreo.
Los resultados concretan que la aceptación es un componente esencial del mindfulness para conciliar los efectos del estrés.
Otro proyecto se basa en si el mindfulness puede moderar los efectos negativos durante discusiones entre parejas heterosexuales a nivel neuroendocrino (Laurent y cols., 2016).
Los resultados muestran que, elevados niveles de mindfulness producen, en una discusión, donde las parejas pueden tener una conducta de retirada o una conducta negativa, se produzca una pronta recuperación del cortisol o, por lo menos, la separación de una lenta recuperación del cortisol, asociadas a menudo con este comportamiento.
En concreto, se ha comprobado que en mujeres, un componente alto de actitud del mindfulness, presente durante una disputa donde la pareja tiene una conducta intensa, se vincula a una recuperación rápida del cortisol, mientras que en los hombres, la presencia de un componente alto de atención de mindfulness, templa los efectos, sobre la recuperación de cortisol, de la conducta de retirada de la pareja.
Otra investigación realizada por Lay y su equipo (2015), en una muestra de adultos sanos divididos en un grupo de relajación y un grupo que ejercía la compasión basada en la conciencia de la meditación, se comprobó si la conciencia podría ocupar un papel que mediara en el nivel de cortisol y en la actividad del estado de reposo, en concreto en las regiones cerebrales susceptibles al cortisol, o sea, la corteza prefrontal y el hipocampo.
Los resultados nos demuestran que hay una correlación negativa entre los cambios del nivel de cortisol y la conciencia, y entre las modificaciones en el nivel de cortisol en el plasma y los cambios de homogeneidad regional (ReHO) del hipocampo derecho y de los lóbulos frontal e ínsula anterior izquierda.
Se ha advertido que la conciencia aplaca la asociación negativa entre cortisol y la ReHO en el hipocampo izquierdo.
Estos descubrimientos sugieren que las operaciones dirigidas a rebajar los niveles de cortisol y renovar el nivel de conciencia pueden elevar la ReHO del hipocampo izquierdo, lo que puede derivar a una mejoría cognitiva.
Estas consecuencias pueden ser provechosas no solo para las personas con deterioro cognitivo leve, sino para diagnósticos más graves, como la enfermedad de Alzheimer o el trastorno depresivo mayor.
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