Introducción al Mindfulness e investigación psicológica positivista

En las sociedades occidentales se están introduciendo técnicas de meditación orientales encauzadas a mejorar la salud y la calidad de vida, en sectores como la medicina y la psicología clínica, la educación o la empresa.

En concreto, la psicología utiliza el término mindfulness (MF), para referirse a diversas prácticas de meditación budistas, incorporadas a programas y a técnicas de diferente, dentro de lo que se llaman terapias de tercera generación (Ruiz y Callejón, 2014).

La meditación y la práctica de la atención plena son habituales en vías espirituales como el hinduismo, el tantra o el taoísmo, pero ha sido el budismo el que ha producido un método estimulante para el interés de los científicos occidentales (Cebolla y Campos, 2016). Mindfulness, término en inglés para la palabra Sati, es traducido al español como atención o consciencia plena.

Mindfulness es un estado de consciencia pura, no conceptual ni verbal, libre de los filtros y del análisis del pensamiento, ligado a la contemplación y a la exploración de la experiencia directa en el presente (Kabat-Zinn, 2009; Siegel, 2010).

Mindfulness hace referencia a vivir con plenitud el momento presente, mantener la atención plena en aquello que estamos experimentando sin atender al flujo de pensamiento ordinario que de manera constante surge en nuestra mente.

Vivir con atención plena supone estar en el presente con toda nuestra consciencia, con nuestros sentidos, con presencia (Kabat-Zinn, 2009). Mindfulness se ha incorporado a la psicología como una técnica que permite gestionar de forma eficaz algunos procesos mentales relacionados con diversos trastornos psicológicos (Bishop et al., 2004; Hervás, Cebolla y Soler, 2016), lo cual ha generado una gran cantidad de investigaciones que señalan su eficiencia en problemas como la ansiedad, el déficit de atención, la depresión, el dolor crónico o el estrés.

La práctica de la atención plena fusionada con el fomento de la amabilidad la compasión y la gratitud, se refuerzan mutuamente y conducen hacia resultados positivos sobre el bienestar y la felicidad, entendidos como un estado profundo de serenidad y plenitud mantenido en el tiempo, que nos permite tramitar mejor los diferentes estados emocionales.

Pero la mayor parte de estos estudios son de carácter positivista y se enfrentan a la contradicción de estudiar un fenómeno no conceptual y no dualista, como es Mindfulness, usando métodos basados en una visión dualista del mundo y a través de técnicas de medición estandarizada.

Es posible que esta práctica milenaria se esté convirtiendo fuertemente en un ejercicio situado en una operación psicológica (Mañas, 2009), en un filón para la investigación positivista o en una práctica de moda que desatiende sus bases morales originales (Hyland, 2017).

¿Qué es Mindfulness?

Las principales tradiciones espirituales orientales no conciben el mundo y la vida desde una perspectiva materialista, sino que, la esencia de la realidad es una cualidad inmaterial y espiritual.

La mente común tiene un flujo constante de pensamientos, emociones y sensaciones físicas; es ese estado mental que tiene una consciencia de discriminación y sentido de la dualidad.

En ese nivel de consciencia, creamos un sentido de la identidad basado en lo que pensamos y sentimos, produciendo una imagen sobre nosotros mismos: el ego.

La identificación con el ego crea un marco de referencia a partir del cual notamos y entendemos la realidad; el ego funciona como un filtro de interpretación de las experiencias, de una manera automática, porque es inconsciente (Miró, 2006).

Es un estado de sueño que crea un fuerte sentido de la individualidad y de separación dualista del mundo, y una percepción automática e insensibilizada del mundo fenomenológico, consecuencia de la falta de atención hacia el sentir y hacia todo lo que nos rodea, Taylor (2018).

La naturaleza de la mente no se limita a nuestra mente, sino que es la naturaleza de todo y una fuente de comprensión en sí misma.

En ocasiones, tenemos experiencias que nos acercan a la naturaleza de la mente, quizás inspiradas por alguna composición musical que nos induce a la exaltación, por la serena felicidad que experimentamos en la naturaleza o por la situación más ordinaria de la vida diaria, (Sogyal-Rimpoché, 1996).

En cambio, rara vez accedemos a la naturaleza de la mente, puesto que nuestra vida cotidiana se desarrolla en un continuo e inconsciente proceder, en comportamientos automáticos dentro del constante juego mental entre el pasado y el futuro que nos impide el acceso al presente.

La atención plena nos pone en contacto con la naturaleza de la mente de manera directa, sin análisis o interpretaciones. Por esto, mindfulness es la base fundamental de la psicología budista.

La práctica de la atención plena nos puede permitir liberarnos del sufrimiento originado por la interacción automática de pensamientos y emociones, para acceder a otros niveles de consciencia de la realidad e integrar la meditación en la acción, en la vida del día a día (Kabat-Zinn, 2009).

Aquí es donde la práctica de MF va unida a sus fundamentos políticos y éticos.

La base de una vida ética y moral consciente incluye la generosidad, amabilidad, confiabilidad, empatía, compasión, gratitud, inclusión, ecuanimidad, todas ellas cualidades de la mente y del corazón que amplían las posibilidades de bienestar para uno mismo, y tienen efectos beneficiosos sobre el mundo (Alvear, 2015; Cebolla et al., 2017; Hyland, 2017). De esta manera, la práctica de MF nos ayuda a superar el estado de la mente caótico, confuso e indisciplinado y, así, poder aliviar el sufrimiento y mejorar la convivencia.

Bajo un punto de vista científico, el estado de mindfulness o de consciencia plena es el estado mental que emerge cuando se enfoca intencionalmente la atención hacia un soporte específico, o abriendo la atención hacia los estímulos que proceden del exterior o de nuestro interior (Kaliman, 2017), mientras se observan sin apego los pensamientos, sensaciones físicas y emociones que surgen en el momento (Vago y Silberswig, 2012).

Por esto, MF implica una apertura mental a la experiencia (Bishop et al., 2004; Siegel, 2010) sin juicios ni valoraciones. Es decir, observar sin juzgar lo que está sucediendo, sin interponer el filtro de las propias creencias (Kabat-Zinn, 2003; Miró, 2006). Para ello, es necesario la aceptación de la experiencia tal cual se produce.

El estado de consciencia plena es imparcial, ni nos aferramos ni rechazamos lo que sucede, ni comparamos, ni proyectamos. Dejamos pasar pensamientos y emociones, en una acción de soltar (Kabat-Zinn, 2003), de liberarnos de los mismos llevando el foco de atención a nuestras sensaciones físicas.

Nos mantenemos en el instante con humildad y curiosidad, con la mente de un principiante (Kabat-Zinn, 2003, 2009), pues cada momento es diferente al anterior.

El estado de MF nos conecta con el presente, se da en el aquí y el ahora (Bishop et al., 2004), dejando pasar pensamientos sobre el pasado (rumiaciones), o sobre el futuro (expectativas, temores, deseos).

Desde el punto de vista neurocientífico, mindfulness conlleva la disolución de las influencias del aprendizaje previo sobre la experiencia presente (Siegel, 2010).

La información del presente, del aquí y el ahora, es mucho más amplia y rica que nuestra capacidad de procesarla de arriba abajo.

El estado de consciencia plena implica un contacto directo con la realidad más allá del dualismo observador-observado, pues toda interpretación, análisis o construcción de significados origina la desambiguación de la realidad (Weimer, 1977).

Mindfulness es un estado que, a través de su práctica, puede mantenerse en el tiempo incorporándose a nuestro ser como un rasgo; es decir, la disciplina y la perseverancia en la práctica nos permiten conseguir y mantener un estado de “fluir atencional” de forma natural en el que se requiere menos esfuerzo, (Ricard y Singer, 2018).

Así, la práctica o técnica meditativa que no incluye sus fundamentos morales y sus consecuencias hacia la acción política constructiva en el mundo, no es verdaderamente mindfulness.

Investigación positivista en psicología sobre Mindfulness

Las sociedades occidentales mantienen el materialismo como sistema de creencias de superioridad, por lo que la realidad primaria del universo es la materia y todo tiene origen físico pudiéndose explicar en términos físicos (Taylor, 2018); no existe nada inmaterial ni metafísico.

De esta manera, la cosmovisión científica materialista se basa en el positivismo, el dualismo, el determinismo y el objetivismo, siendo la principal fuente de legitimación del conocimiento y la verdad (Lyotard, 2000).

Las publicaciones científicas siguen siendo en su mayoría de carácter cuantitativo (Hyland, 2017).

Desde el positivismo, el objetivo de la investigación cuantitativa es la confirmación de una hipótesis a través del logro de datos numéricos objetivos, con la intención de explicar un fenómeno y generalizar sus resultados, de modo que puedan extrapolarse a una población más amplia.

La investigación científica positivista “divide” los fenómenos en variables medibles que dan explicación de dicho fenómeno.

La ciencia positivista, es el cabecilla de la visión del mundo objetivizada, cosificada, medida, estructurada, planificada, controlada y orientada al futuro, esto es, al resultado (Spira, 2019; Taylor, 2018). Con esto, se entiende, se construye un conocimiento válido.

La investigación positivista se fundamenta en un marco definido en el que tratamos de introducir los objetos de estudio, una plantilla conceptual y técnica para explicar la vida.

Con esta perspectiva, si queremos estudiar mindfulness siendo fieles a su naturaleza primaria, la ciencia positivista nos da poco juego. Si la atención plena es un estado de consciencia no dual, no conceptual, centrado en la experiencia misma, sin expectativas ni objetivos ¿cómo la podemos definir, medir, manipular y valorarla?

Todo proceso científico de carácter positivista, es una reducción de la realidad hacia variables operativas que nos permitan cálculos y análisis estadísticos.

Esta investigación se centra en el estudio de variables que pueden haber sido influenciadas con la práctica.

Diversas investigaciones sobre la atención plena se han centrado en distintas formas de meditación, con características y diseños de las prácticas muy variadas, lo cual dificulta la integración de los resultados respecto a un mismo fenómeno (Lutz, Jha, Dunne y Saron, 2015).

La práctica superficial de MF, así como gran parte de los procesos de investigación positivista, descuidan sus fundamentos éticos, o sea, las conexiones entre la atención plena que nos permite observar el funcionamiento de nuestra mente y los fundamentos de la moralidad (Hyland, 2017).

En la definición y operacionalización de MF no suele tenerse en cuenta la naturaleza y la progresión gradual de la estabilidad de la atención a través de la práctica.

Otro de los aspectos problemáticos de la investigación psicológica sobre la atención plena remite a los distintos resultados de la experiencia según sea la perspectiva de análisis, o sea, si es en primera, en segunda o en tercera persona.

De acuerdo con Davidson y Kaszniak, Mindfulness e investigación positivista, para una mejor comprensión de MF, es necesario integrar al menos métodos de análisis de primera y tercera persona; obtener medidas de la experiencia en primera persona y medidas en tercera persona de los procesos afectados por las variaciones en la experiencia, realizadas por un investigador sin relación previa con el sujeto.

Por otro parte, dada la variedad de posibles tradiciones, prácticas y procedimientos sobre MF incluidos en los estudios científicos (Chiesa y Malinowski, 2011), un aspecto muy crítico es la interpretación y la integración de sus resultados.

Concluyendo, hay un gran número de inconsistencias en el estudio positivista sobre MF respecto a su validez y fiabilidad, relativas a las propias prácticas y las maneras de operación, a los instrumentos de medición y al diseño de las investigaciones experimentales (v. Davidson y Kaszniak, 2015), que complican la comprensión de MF por parte de la psicología clínica ya que la filosofía subyacente es no dualista (Singh Sikh y Spence, 2016).

Conclusiones

El fenómeno mindfulness está recibiendo una gran atención en el sector científico-académico, y su técnica es aceptada como una eficaz práctica para mejorar los distintos trastornos psicológicos.

En su desarrollo científico, existe un predominio de las investigaciones de carácter positivista, que usan métodos racionalistas y técnicas de medición estandarizada.

Estas investigaciones presentan una visión limitada de mindfulness, al distanciarse de su naturaleza esencial no dualista, así como de sus bases morales e implicaciones políticas.

Pero existe una prevalencia de los estudios positivistas sobre la atención plena que se alejan de su naturaleza ontológica, y desatienden sus fundamentos morales e implicaciones políticas.

El alcance de la comprensión de la consciencia plena, son limitados y empobrecidos. El prototipo científico naturalista y los métodos cualitativos de investigación, así como la práctica de la meditación, son caminos que podrían acercarnos mejor a su profundidad espiritual, y ayudarnos a abrir nuestra perspectiva sobre la naturaleza de la realidad y del ser humano.

Una herramienta que puede aportar beneficios a las personas no puede tener una connotación negativa. En cambio, no estamos investigando realmente sobre mindfulness en toda su amplitud y profundidad, siendo fieles a su naturaleza esencial.

Hablamos de una Mindfulness e investigación positivista, concreta técnica terapéutica.

Consideramos fundamental definir esta técnica de una forma específica propia, así como detallar en qué consiste su práctica como medio terapéutico, tratando de superar la ambigüedad que supone su acrítica inclusión en el amplio abanico de la denominada atención plena.

En Centro Mindfulness Madrid, impartimos cursos, donde podrás aprender todo lo relacionado con esta técnica.