Mindfulness y efectividad sobre los sentidos

Son mínimos los estudios sobre el mindfulness que se han centrado en investigar su efecto sobre los sentidos, como la visión o el tacto. Los únicos que existen son los que analizamos a continuación.

Tacto

Mirams y sus colaboradores (2013) investigaron el efecto del mindfulness en la disminución de la percepción errónea y el incremento de la sensibilidad durante la tarea de detección de señales somáticas (SSDT: somatic signal detection task).

La SSDT consta de cuatro tipos de ensayos: uno en el que solo está presente el estímulo táctil, otro en el que hay tanto estímulo táctil visual (una luz), un tercero en el que solo está presente la luz y, el cuarto, donde se ausentan ambos estímulos.

Para cada experimento el individuo tenía que responder si sentía la vibración en el dedo índice. Los resultados percibieron que las personas que participaron en el grupo práctico, realizando la técnica del escaneo corporal, mostraron en el día 7 (T2), menos percepciones erróneas que en el día 1 (T1), lo que supone una mejoría en la capacidad para distinguir entre vibraciones y sensaciones interoceptivas (Mirams y cols., 2013).

Esta consecuencia fue inesperada para los autores, ya que en un estudio previo se contempló que la tarea de detección de los latidos cardíacos producía un gran número de percepciones erróneas durante la SSTD (Mirams y cols., 2012).

Esta diferencia en los dos estudios fue demostrada por los ejecutores con la suposición de que diferentes tipologías de atención interoceptiva pueden originar distintas consecuencias en la percepción (Mirams y cols., 2013).

Vista

En las letras científicas existen investigaciones, como esta de nuestro grupo, que han examinado la asociación entre la función visual y el mindfulness. García Martín y sus colaboradores (2016) estudiaron la asociación entre la meditación Zen e indicadores de la función visual y medidas de estructura morfológica de la retina.

Los resultados advierten que los meditadores de larga duración presentan una mejor agudeza visual y sensibilidad al contraste comparados con los no meditadores. En cambio, no se han encontrado diferencias en las medidas de la retina y de la capa de fibras nerviosas de la retina entre el grupo de meditadores y el grupo de control.

También se ha contemplado una asociación moderada entre el espesor de las células ganglionares de la retina con la agudeza visual, la sensibilidad al contraste, la visión del color y la visión estereoscópica (García Martín y cols., 2016).

Los investigadores despuntan el hecho de que estos resultados enseñan una asociación no obligatoriamente causal. Una posibilidad alternativa, según García Martín, puede explicar los resultados relacionados con los indicadores de la función visual, es que la meditación colabore con mejorías en los síntomas de ansiedad o depresión, pudiendo ser la verdadera causa de la mejoría en la agudeza visual (Goodrich y cols., 2014); Owsley y McGwin, 2004).

Otras interpretaciones podrían ser que el estado de la función visual de los meditadores fuese mejor antes de comenzar a meditar, en comparación con las personas del grupo control o que la meditación desarrolla la propensión a examinar más detalles en el entorno (García Martín y cols., 2016).

Otro estudio realizado por Delgado y su grupo (2010), tenía como finalidad advertir variables fisiológicas y psicológicas en relación con la regulación de las emociones, después de una práctica de mindfulness, en un grupo de estudiantes de Universidad con puntuación elevada, pero que no cumplían los criterios suficientes para el diagnóstico de un trastorno de ansiedad generalizado.

Entre diferentes medidas fisiológicas, se calibró el parpadeo de los ojos durante el prototipo señalizado, consistente en presentar señales neutrales, desagradables y agradables. Los resultados mostraron que no había distinción entre pre y post-intervención.

La reactividad pupilar es un marcador de los cambios autonómicos y del procesamiento emocional. Vasquez y sus compañeros hipotetizaron que la respuesta pupilar en meditadores y no meditadores debía ser distinta, y que ello plasmaría el distinto procesamiento emocional.

En un grupo de once meditadores y nueve no meditadores se grabó el diámetro pupilar, usando videooculografía mientras los individuos veían imágenes con contenidos emocionales.

Los dos grupos enseñaron respuestas parecidas ante imágenes neutras y positivas, pero las negativas invocaron una mayor contracción pupilar y una dilatación más floja en meditadores, grupo que logró una más rápida recuperación hasta los niveles básicos.

Por consiguiente, el mindfulness afina la respuesta del sistema nervioso de forma automática, y la pupilometría puede ser un marcador de efectos productivos de esta práctica.

Mindfulness langeriano y su eficacia en los sentidos

En la sección “¿Es igual la idea de mindfulness oriental y mindfulness occidental?”, hemos puntualizado un acercamiento occidental al mindfulness corroborado por Ellen Langer, científica norteamericana, cuyo ejemplo de mindfulness (denominado occidental) no atañe con las teorías orientales. Incluso ha evolucionado una escala concreta para medir este estado occidental del mindfulness.

Asimismo, hay investigaciones sobre esta modalidad del mindfulness que demuestran su eficiencia. Mediante procedimientos, inducen la idea de que se es veinte años más joven, manifestándose mejorías fisiológicas medibles (Langer,2009); induciendo la idea de que se hace entrenamiento físico, se produce pérdida de peso (Crum y Langer, 2007); induciendo la idea de ser un piloto se incrementa la visión (Langer y cols., 2010), o induciendo la idea de esperar ver mejor se manifiesta una mejoría en la agudeza visual (Pirson y cols., 2010).

Estos resultados se realizan al encarnar un estado determinado de la mente (por ejemplo, ser veinte años más joven). La inducción del mindfulness langeriano reporta cambios significativos en los procesos cognitivos, y esto tiene su efecto negociador en la mente.

En Centro Mindfulness Madrid te enseñamos a meditar y a vivir en atención plena.