Control del atracón

Las operaciones basadas en mindfulness, atención plena, están siendo cada vez más usadas para tratar temas alimenticios, buscando mejorar la regulación emocional y la conciencia acerca de los estados internos, como el hambre o la saciedad.

La finalidad de este trabajo fue describir la idea de la práctica de Atención Plena (AP), en el control de la conducta de atracón. Participaron siete adultos que presentaban conducta de atracón (20-52 años de edad), seis mujeres y un hombre. Los participantes recibieron una intervención

Se realizaron entrevistas semiestructuradas pre-post intervención, las cuales fueron analizadas mediante codificación abierta. Antes de la operación, los participantes sostenían una relación no consciente con la comida, presentando un modo de funcionar automático.

Tras la intervención se reportaron cambios favorables, como el aumento de la conciencia y el reconocimiento cognitivo y emocional, lo que supuso cambios en la conducta alimentaria. Los alumnos realizaron una evaluación positiva del taller y del formato grupal, destacando que la AP fue interiorizada como una nueva herramienta para la vida diaria.

La noción mindfulness, basada en la filosofía budista, fue introducido por Kabat-Zinn (2003), en el ámbito de la psicología clínica, y lo define como el proceso de estar intencionalmente consciente de los pensamientos y las acciones en el momento presente.

Específicamente se ha constatado que las terapias basadas en AP ayudan a reducir los síntomas depresivos y la ansiedad, al reducir los sentimientos de vacío y angustia (Peters, Eisenlohr-Moul, Upton y Baer, 2013, Sundquist et al. 2015)). Aparte, según señalan Sundquist et al., una de las principales ventajas de la AP es que puede ser accesible a grandes grupos de pacientes.

Dentro de los trastornos que muestran cierta desconexión entre los estados internos y la experiencia sensorial, se encuentran los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Es por esto que la AP, al hacer consciente pensamientos y acciones en el momento presente, constituye una herramienta terapéutica muy eficaz.

El trastorno por atracón (TPA), es el TCA más prevalente y, de la población afectada, 60% son mujeres (Hudson, Hiripi, Pope y Kessler, 2007), en quienes el comer emocional también está más presente, (Sánchez y Pontes 2012). Por otro lado, la conducta de atracón (CDA) consiste en la ingesta rápida de gran cantidad de alimento, sin sentir hambre, en un periodo corto de tiempo y que se acompaña de malestar psicológico, como es la culpa posterior a la ingesta.

Por lo tanto, el atracón opera como una estrategia para intentar paliar un estado de ánimo, en el que los niveles de ansiedad se elevan desorbitadamente, funcionando como un mecanismo de regulación emocional implícito (Cuadro y Baile, 2015).

Los choques terapéuticos más estudiados en el TPA contemplan la terapia cognitivo-conductual, la interpersonal y la conductual; (Grilo, White, Wilson, Gueorquieva y Masheb, 2012; Sánchez-Planell y Fernández-Valdés, 2005), pero la mayoría de estas operaciones no tienen como meta principal restar el estrés psicológico (Daaubenmier et al. 2011).

Safer et al. (2009),adaptaron la terapia conductual dialéctica, diseñada por Marsha Linehan para pacientes limítrofes, a un tratamiento para TCA, donde se integró la terapia cognitivo-conductual con elementos de AP concretos para estas psicopatologías, siendo Safer et al., propulsor del uso de esta práctica en el contexto clínico. La terapia dialéctica conductual, adaptada al trastorno por atracón, muestra resultados positivos y prometedores (Sánchez-Planell y Fernández-Valdés, 2005).

La incorporación de la AP en las intervenciones clínicas está siendo cada vez habitual para abordar temas relacionados con la alimentación, como el caso de la anorexia nerviosa o del control del peso. Estas operaciones buscan mejorar la regulación emocional y la conciencia en cuanto a los estados internos, hambre, saciedad, y han mostrado ser útiles respecto al TPA, dado que permiten generar en el paciente una mayor capacidad para abstenerse ante respuestas automáticas de atracón, a la vez de facilitar el vínculo entre cuerpo y mente (Atkinson y Wade, 2010. Cook-Cotton, 2015).

La finalidad de esta investigación fue describir la percepción de la práctica de la AP en el control de la CDA, desde la perspectiva de un grupo de pacientes adultos chilenos, alumnos en un taller piloto dirigido a reducir los atracones.

Método

Se buscó acceder a las vivencias de los alumnos con respecto al taller implementado y, más concretamente, a la práctica de la AP. El alcance de este estudio fue exploratorio-descriptivo. Esta metodología profundiza en las experiencias e interpretaciones individuales que realizan las personas sobre la realidad experimentada, concibiendo estos fenómenos de manera holística (Krause, 1995).

El objetivo fue explorar las evaluaciones que realizaron los alumnos sobre diversos elementos del taller implementado, sobre la evolución de sus hábitos alimentarios y su TCA, y sobre la práctica de la AP.

Consideraciones éticas

Este estudio fue aprobado por el Comité de Ética de la Universidad Adolfo Ibáñez, Chile. Tras explicarles los propósitos de la investigación y la importancia de su participación, a los alumnos les fue entregado un formato de consentimiento informado, donde se mencionaban los objetivos del estudio, en lo que consistiría su participación, y se les informaba sobre la confidencialidad de los datos y la garantía de su anonimato, aparte de la solicitud expresa de otorgar autorización para poder audio-grabar las entrevistas que se les realizarían.

Alumnos

La selección de los participantes se realizó a partir de un muestreo por conveniencia.

Dada la modalidad del taller y de las actividades planificadas, se predeterminó un tope de 12 alumnos que cumpliesen con los criterios de inclusión siguientes: 1. hombres o mujeres, mayores de 18 años con CDA, diagnosticado por un psiquiatra; y 2. que durante el taller mantuvieran sus respectivos tratamientos farmacológicos o psicoterapéuticos.

Los alumnos fueron citados a una entrevista con una psiquiatra especialista en TCA, y además entrenada en mindfuleating. Ella fue quien determinó si la persona cumplía con los criterios de selección y, por otra parte, que el taller no implicara algún riesgo. También se les aplicó a los participantes la Mini Entrevista Neuropsiquiátrica Internacional DSM-IV (Ferrando, Bobes y Gilbert, 2000), la cual es una entrevista diagnóstica estructurada de breve duración que explora el cumplimiento de los criterios diagnósticos de trastorno antisocial de la personalidad, además de anorexia nerviosa y de bulimia nerviosa.

Aunque participaron 10 adultos en el taller, la muestra final quedó compuesta por siete participantes (seis diagnosticados con TPA y una con BN), con quienes se completaron las entrevistas post-taller. La edad de los participantes (seis fueron mujeres), fluctuó entre 20 y 52 años. Todos reportaron tener educación universitaria completa y estar asistiendo a psicoterapia.

Cinco de los participantes se encontraban bajo tratamiento farmacológico. Por lo que, respecto a la ocurrencia de los episodios de atracón, de acuerdo con el reporte de los alumnos, fueron desde un episodio en el último mes, hasta uno o dos episodios al día, de modo que, si bien en el momento del estudio no todos los alumnos cumplían con los criterios para diagnosticar un TCA, sí presentaban la conducta de atracón.

El taller

El taller consistió de ocho sesiones de AP, introduciendo prácticas de meditación con temáticas alimentarias y de autocompasión. Las sesiones se realizaron una vez por semana, cada una con duración de 120 min, en un centro universitario de atención clínica de la ciudad de Santiago. La monitora fue una psiquiatra con formación en AP.

Análisis de datos

El análisis de las entrevistas se llevó a cabo mediante la técnica Grounded Theory (Glaser y Strauss, 1967. Strauss y Corbin, 2002), con codificación abierta, de carácter descriptivo. Este proceso consiste en codificar la información de los discursos, realizando un proceso inductivo, que construye categorías generales a partir de datos particulares. La información fue segmentada y etiquetada según sus significados, los segmentos con significados similares fueron integrados en las mismas categorías.

Este procedimiento fue realizado de manera mecánica e individual por parte de cuatro investigadoras. Como criterio de rigor científico fue empleada la triangulación entre analistas (González, 2000), de modo que los datos fueron analizados en paralelo por más de un investigador, independientes a la facilitadora del taller, dotando esto de mayor profundidad a los resultados.

Resultados

Los alumnos refirieron que antes del taller tenían una relación no consciente con la comida, de modo que el alimento actuaba como regulador de sus emociones negativas, con una desconexión entre su cuerpo y su mente. La comida era usada como una herramienta para reducir emociones negativas, como el estrés, angustia o rabia.

Los alumnos señalaron que antes del taller tenían un modo de funcionar “automático”, pues reaccionaban desde el impulso, sin una mediación racional.

En cambio, después del taller, los participantes manifestaron modificaciones a nivel cognitivo, emocional y conductual. A nivel cognitivo, los cambios se refirieron a la posibilidad de lograr una introspección sin juicios, es decir, poder apreciar desde una mirada comprensiva, lo que les está ocurriendo.

El taller, también, les permitió aprender a identificar diferentes tipos de hambre, pudiendo diferenciar, ente el hambre fisiológica y el hambre emocional.

nivel emocional, los participantes relataron que después del taller fueron capaces de identificar y conectarse con sus emociones, lo cual les permitió manejar de forma más adecuada la ingesta de comida y, por tanto, tener mayor control sobre sus emociones.

Hubo un cambio en la forma en que los alumnos se percibían a sí mismos, logrando sentirse más autocompasivos, a partir de una mayor autoaceptación.

Los participantes reportaron un cambio psicoemocional después del taller. A nivel conductual, notaron un mayor control sobre el atracón, logrando disminuir la frecuencia de los episodios. Pero hay que considerar que no todos los participantes reportaron este cambio.

Los entrevistados describieron mejora en sus hábitos alimentarios.

Los alumnos refirieron que podían disfrutar más de las comidas; o sea, ya podían identificar sabores, texturas y colores, dedicando más tiempo a deleitarse.

En el discurso de los participantes destacó el que la AP fue interiorizada en tanto una nueva herramienta para la vida diaria. Así, la incorporación de la AP a la vida cotidiana aportó a los alumnos una mayor consciencia del “aquí y el ahora”, así como un aumento en la percepción de sus propias necesidades.

Los entrevistados valoraron muy positivamente el trabajo grupal que supuso su participación en el taller, ya que les resultó positivo el poder compartir sus experiencias con otros. Se generó un efecto de espejo, por medio del cual se podían exteriorizar problemas comunes.

Esto les permitió asumir una actitud positiva frente al tema de la alimentación.

Conclusiones

Hemos hablado sobre un estudio piloto que exploró el efecto de la práctica de AP sobre la frecuencia de los episodios de atracón, así como para determinar la viabilidad de la operación.

El relato de los alumnos reveló un cambio en su manera de relacionarse con la comida, el cual se tradujo en una mayor conciencia “del aquí y el ahora”, durante la alimentación y otros ámbitos de su vida. También reportaron satisfacción con el formato y los contenidos del taller, confirmando su viabilidad para ser aplicado en muestras más amplias.

Los cambios más claros fueron en la línea de la concientización y la distinción de emociones, sensaciones y cogniciones, aspecto muy relevante en el caso de los pacientes con TCA (Cruzat et al., 2010. Cruzat y Cortes, 2008).

Esta identificación de elementos individuales o “reconocimiento de contenidos de la mente” (Siegel et al., 2008), es la que propició una mejora en sus hábitos alimentarios y un mayor control sobre sus atracones, situación descrita por al menos seis de los siete participantes del taller.

Por lo que se lograron varios de los elementos propuestos por la AP: el prestar atención al presente; el contactar directamente con las cogniciones, las sensaciones y las emociones; y conseguir la aceptación incondicional de su self (Atkinson y Wade, 2010. Baer, 2003. Kabat-Zinn, 2003. Starkman 2015), los que se tradujeron en un mayor disfrute de la comida y la vida.

Este ensayo presentó ciertas limitaciones ligadas al reducido tamaño de la muestra, las cuales restringen la capacidad de extraer conclusiones a la población. Por lo que, sería relevante no sólo aplicar la intervención a una muestra de mayor tamaño, sino también más diversa, incorporando nuevos criterios de inclusión.

Por otro lado, sería de gran utilidad incorporar evaluaciones a largo plazo, con el fin de detectar la continuidad y mantenimiento de los cambios reportados por los alumnos.

Surge además la inquietud de probar el efecto de esta herramienta, (AP), en otras poblaciones con riesgo de patología alimentaria, con obesidad, e indagar su capacidad para ser utilizada con fines de prevención de los problemas relativos a la alimentación, contextos educacionales o comunitarios.

Esta investigación exploratoria indica aspectos positivos y alentadores para el tratamiento de personas con conducta de atracón, como una estrategia complementaria al tratamiento, ya que posterior al taller se identificaron modificaciones favorables, como el aumento de la conciencia y el reconocimiento cognitivo y emocional, lo cual conlleva modificaciones en la conducta alimentaria.

Los alumnos destacaron que la AP fue interiorizada como una nueva herramienta para su vida cotidiana.

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