Son diversos los cambios en el cerebro que se exponen en las pruebas de neuroimagen que produce el mindfulness. Hemos reducido algunos de los principales.
Comenzamos con la red neuronal, porque ha sido uno de los descubrimientos más destacados en este campo. Después, identificamos las modificaciones sobre la base de la prueba de imagen específica usada.
Red neuronal por defecto
A pesar de la importancia de la red neuronal por defecto en los estudios de neuroimagen, su función precisa no está bien descrita.
Esta red comprende un conjunto de regiones del cerebro que son activadas durante las tareas pasivas, que muestran una relación intrínseca funcional y son conectadas por proyecciones anatómicas.
Ha sido ligada con el patrón de actividad que se observa en tareas que involucran memoria autobiográfica, autojuicios, dilema moral y pensamientos prospectivos, entre otras.
El subsistema del lóbulo temporal medial facilita información de experiencias pasadas en forma de memorias y asociaciones, que son los cimientos de la simulación mental.
El subsistema prefontal medial posibilita el uso flexible de esta información durante la construcción de simulaciones mentales relevantes para uno mismo.
Estos dos subsistemas convergen en importantes nodos de integración, incluyendo el córtex cingulado ventral posterior.
Los estudios de neuroimagen han investigado los cerebros de personas con y sin experiencia en meditar.
Durante los primeros veinte minutos, dentro de la resonancia magnética, tenían pensamientos espontáneos, y en los siguientes veinte minutos desarrollaron una tarea simple: meditación en la respiración.
En cuanto comenzaron con el mindfulness en la respiración, la actividad del córtex prefrontal medial decreció en todos los participantes.
En las personas que no tenían experiencia en meditación, este proceso ocurrió minutos después que en los meditadores con experiencia (Hölzel y cols., 2007).
La meditación puede reforzar sentimientos positivos, en concreto benevolencia y compasión.
Resonancia magnética funcional
Se considera que los cuatro mecanismos de acción del mindfulness son (Hölzel y cols., 2011): la conciencia del cuerpo, la regulación de la atención, la regulación de las emociones y la modificación en la percepción de uno mismo.
De esta manera, el área subyacente a la regulación de la atención es el córtex cingulado anterior, la ínsula es la principal área involucrada en la conciencia del cuerpo y de sí mismo, y el córtex prefrontal se estudia en el contexto de la regulación emocional.
Uno de los primeros estudios (Lazar y cols., 2000), abordó las modificaciones neuronales durante la práctica de atención, sostenida con meditadores experimentados centró su atención en generar nombres de animales.
En investigaciones más recientes (Hölzel y cols., 2007), meditadores con experiencia, fueron comparados con sujetos control. Los participantes realizaron dos tareas, una donde las personas se centraban en la respiración y otra en la que hacían cálculos aritméticos.
Estos estudios sugieren que el córtex cingulado se activaría con un alto nivel de entrenamiento de atención, pero se demostró que cuanto mayor es la experiencia en meditación, menor esfuerzo hay que hacer al meditar, por lo que la activación de esta área puede reducirse.
Diferentes investigaciones han identificado la ínsula como la principal estructura involucrada (Farb y cols., 2010); Grant y cols., 2010) y como una de las regiones con más compromiso en la interocepción.
Los meditadores con experiencia muestran una mayor densidad y motivación de las regiones cerebrales relacionadas con la atención y la conciencia del cuerpo. Una revisión reciente (Khoury y cols., 2013), reseñó hasta diecisiete estudios en los que se investiga el potencial terapéutico de la atención plena en el dolor, confirmando su eficacia.
Otro estudio (Grant y cols., 2011) muestra que los meditadores Zen tienen umbrales de sensibilidad al dolor más altos que las personas que no meditan.
Aquí es donde la regulación entra como una característica básica de la meditación (Hölzel y cols., 2011), ya que la activación reducida de algunas áreas cerebrales y la disminución de su conectividad sería la causa de esto.
Neuroimagen morfométrica
Una de las obras precursoras en este campo (Lazar y cols., 2005) supo que los meditadores con una media de siete-nueve años meditando cuarenta minutos al día, mostraban un aumento del grosor cortical en la ínsula, corteza somatosensorial, áreas frontales y corteza visual y auditiva en comparación con sujetos sin experiencia en meditar.
Estas investigaciones proporcionan la certeza de que la ínsula está comprometida en el funcionamiento y en el manejo de las emociones (Critchley y cols., 2004).
Al mismo tiempo, pueden arrojar luz sobre tratamientos futuros para enfermedades que involucran déficits de atención.
La idea de que la meditación puede producir tales cambios está demostrada por estudios que muestran diferencias estructurales después del entrenamiento mental a corto plazo las habilidades de razonamiento y la memoria de trabajo.
Pero repetimos, la evidencia de meditación como factor casual sigue siendo muy restringida en los cambios estructurales en el cerebro.
Imagen de tensor difusión
Las modificaciones microestructurales en la sustancia blanca pueden mostrarse mediante imágenes de tensor difusión. Este método investiga la difusión de protones en el tejido, el cual está más limitado en la sustancia blanca que en la gris.
Luders y su equipo (2011), demostraron una conectividad estructural emitida en todo el cerebro dentro de las principales vías de proyección, las vías comisurales y las vías de asociación en los meditadores en comparación con los controles.
Una investigación anterior verificó que cuatro semanas de entrenamiento integral cuerpo-mente (IBMT), ayudaron a mejorar la anisotropía fraccional en varias áreas cerebrales implicadas en la comunicación hacia y desde la corteza cingulada anterior, incluyendo el cuerpo calloso y el anterior y superior, y la corona radiada.
Debemos considerar estos datos con cautela porque el descubrimiento de que tan poco entrenamiento puede resultar en cambios estructurales tan intensos ha generado una controversia importante.
En un proyecto de nuestro equipo de investigación (Fayed y cols., 2013), los meditadores enseñaron una difusividad media menor, o sea, coeficiente de difusión aparente, en la sustancia blanca parietal izquierda que los controles, y la difusividad media se correlacionó con tiempo dedicado a meditar.
También se mostró una correlación negativa entre el coeficiente de difusión aparente inferior en la sustancia blanca parietal posterior izquierda y los años meditando.
Por consiguiente, la autorregulación mejorada después de la meditación puede estar mediada por la mayor eficiencia de comunicación entre el lóbulo parietal posterior izquierdo y otras áreas cerebrales.
Conclusiones
Las regiones del cerebro implicadas en la meditación son las que se relacionan con la introspección y metaconciencia, conciencia corporal exterocéptica e interoceptiva, consolidación de la memoria y reconsolidación (hipocampo), regulación del yo y emociones y orbitofrontal, y finalmente, comunicación intra e interhemisférica.
En Centro Mindfulness Madrid te enseñamos a meditar.