¿Qué es la atención?
Para definir la atención en un lenguaje sencillo, podemos decir que es la implicación en la percepción, el esfuerzo y el interés de una persona sobre una tarea a realizar.
Al individuo le vienen señales sensoriales que provienen del exterior e interior del organismo.
La cantidad de información que nos entra excede de la capacidad de nuestro sistema nervioso para procesarla en paralelo, por lo que es imprescindible de un mecanismo de las neuronas reguladores para focalizar nuestro cuerpo.
Este mecanismo neuronal es la atención, y su capacidad se desarrolla de forma progresiva desde la infancia al adulto, cuya actividad se encuentra implicada en el procesamiento mismo de la información.
Los aspectos que definen la integridad de la atención son la exploración, la orientación, la concentración o la vigilancia; mientras que la no persistencia motora, la negligencia y la confusión concentran sus déficits.
Hablamos científicamente
Escuchar o ver, percibir o atender, no son términos sinónimos.
Atender o prestar atención consisten en la focalización selectiva de nuestra consciencia, donde filtramos y tiramos la información que no nos interesa.
La documentación sensorial trabaja para resolver la competencia entre los estímulos y su procesamiento en paralelo, controlar la conducta y temporizar las respuestas apropiadas.
La atención necesita de un esfuerzo neurocognitivo que precede a la intención, a la percepción y a la acción.
Sabemos que sin atención, nuestro aprendizaje y memoria se empobrecen, siendo uno de los últimos y peculiares procesos del cerebro en adquirir el nivel de función cerebral superior.
El mundo de la neurociencia tiene un interés muy alto por la atención, mucho más que con otras funciones cerebrales.
Cada vez está más demostrado científicamente que consideremos la existencia de un tercer sistema neurofisiológico, con la misma categoría que los dos sistemas del cerebro, el motor y el sensorial, considerados como integrantes capitales del funcionamiento de nuestro sistema neurológico.
Aplicación y exploración clínicas
Nos preguntamos cómo interactúan todas estas estructuras y sus circuitos en el tema que nos atañe, la atención.
La respuesta es compleja en una función cerebral tan profunda como es la atención.
La atención es fragmentada en nueve tipos de aplicación clínica, la alerta o vigilia, correspondiente al nivel de conciencia determinado por pruebas de la clínica neurológica y registros neuroeléctricos.
La amplitud de nuestra atención, que se especifica por el número de estímulos que somos capaces de repetir de forma inmediata.
La atención focal o selectiva, un término muy amplio, donde se aplica a la atención perceptiva regulada, por el córtex parietal posterior.
La atención de desplazamiento entre hemicampos visuales, cuyo axioma de exploración es conocido como paradigma con señal de aviso espacial, inflamación de la respuesta a la lectura de una palabra, que es el nombre de un color.
Otro sistema denominado atención matriz, regulador de la capacidad de información global, suministra la atención difusa, o lo que de una manera más amplia denominamos consciencia.
Cada una de estas estructuras mantienen a su vez funciones muy concretas. Así, la supresión de los estímulos ruidos o irrelevantes y la potenciación de las señales significativas, son procesos de atención que preceden a la acción y a la percepción.
Existe un tercer sistema que equivale a lo que llamamos vector de atención ya que regula el objetivo y la dirección de la atención dentro de espacios conductuales de importancia, visceral, semántico, etc.
Resumiendo, de este tercer sistema atencional depende nuestra objetiva sensación de esfuerzo mental de atención y su alteración derivaría en trastorno de la vigilancia o concentración.
Conclusiones
Sintetizando, la atención está formada por componentes motores, perceptivos y límbicos o motivacionales.
Es un estado neurocognitivo del cerebro de preparación que precede a la acción y a la percepción, con el resultado de una red de conexiones subcorticales y corticales de predominio hemisférico derecho.
Centra de forma selectiva nuestra consciencia para filtrar la conexión de la información sensitiva, resolver la competencia entre los estímulos para su procesamiento en paralelo, y activar las zonas cerebrales para temporizar las respuestas apropiadas.
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