Vivir amargado: 3 actitudes para lograrlo
Vivir amargado es más sencillo que tener una actitud positiva hacia la vida. Al hallarnos en situaciones complicadas y de adversidad, nos resulta más difícil ver las alternativas.
De igual modo, enfocar nuestra atención en el lado no negativo del asunto y salir de allí es más complicado que dejarse llevar por las dudas. Solemos ver las dificultades y los tropiezos, antes que las soluciones.
Esto sucede precisamente porque debemos quitarnos la venda de negatividad; aquella que nos cubre, nos rodea. Ver las oportunidades y evaluar respuestas será el resultado de no tener ante nosotros ningún impedimento.
Esta “venda”, así como casi todo lo que nos tapa los ojos, es puesta por nosotros mismos, sin que lo notemos.
Una gran carga de sensaciones negativas es la que llevamos con nosotros, que nos quita toda posibilidad de ser felices.
Esta actitud no positiva se va construyendo y se va adhiriendo a nosotros, al punto de forjar parte de nuestra personalidad.
En algún punto, no somos, no existimos, sin contar con una serie de particularidades provocadas por el modo en que vemos la vida.
Nos alejamos, en definitiva, de aquel ser humano que todos añoramos ser. Un ser feliz, simplemente eso.
Vivir amargado es entonces parte de nuestro día a día. Este modo de ser nos va deteriorando pues, nos imposibilita de ver nuestro desarrollo, por lo cual se estanca el crecimiento necesario, aquel sin el cual, no podemos evolucionar.
La falta de consciencia sobre ese estado en el que nos encontramos es el último ingrediente; y se consigue cuando pasa el tiempo y nuestra amargura, nuestra indisposición se ha calcificado.
Ya no sabemos qué nos sucede ni qué tan malo es. Por tanto, es importante ponerse en examen, admitir y exponer todas nuestras actitudes negativas, todo síntoma de que las cosas no andan bien.
Para vivir amargado ¿qué actitudes debes tener?
- Compararte con otros: Somos seres sociales. Por tanto pasar tiempo con otros, buscando compartir nuestros sentimientos y apreciaciones, al tiempo que conocemos y nos acercamos a las experiencias de otros, es parte de lo que nos construye.
No obstante, al saber cómo son los demás, muchos tienen la tendencia de hace comparaciones.
Al hacer esto, el concepto que tienes de ti mismo pierde forma, pues existe con base en lo que no eres, en vez de lo que eres. Verse desde esa perspectiva negativa es un desmotivador muy efectivo.
- Tratar de ser perfecto: La perfección parece positiva y, en gran medida lo es. Todos nos parece que entre mejor seamos, mejor nos veremos ante los demás. Pero, lamentablemente, tal cosa como “ser perfecto” no existe. Por lo cual, una ansiedad de serlo, es un mecanismo que te lleva en círculos hacia la frustración. La percepción de que no somos suficientemente capaces, ni bellos, ni dotados, puede llevarnos a un sentimiento de insatisfacción difícil de sanar.
- Sentir que eres víctima: Quejarse parece positivo, pues ayuda a muchos a conseguir beneficios. Encerrarte en esa satisfacción pasajera de que los demás sean condescendientes contigo, puede representar una cárcel, pues, fuera de esta actitud, no conseguirás lo mismo. El camino fácil es culpar a los demás y desechar toda responsabilidad sobre lo que nos sucede.
No estar amargado: ventajas y satisfacciones de lograrlo
Una vez que trabajes en erradicar estos vicios de tu vida, te encontrarás ante la experiencia renovadora de la autosatisfacción.
La felicidad no es un norte. Al contrario, es una serie de episodios que se viven día a día; poder verlos, depende de quitarte el vendaje. Alguna ventajas son:
- Ganar seguridad y autoconfianza
- Sentir que se tiene la capacidad de alcanzar objetivos
- Autoaceptación y valoración de las cualidades propias
- Responsabilidad sobre los actos propios
- Proactividad y entusiasmo en lo cotidiano
- Capacidad para trazarse objetivos y llegar a ellos.