Mindfulness y el estilo de apego. Noción de apego y su relación con otras alternativas psicológicas

Bowlby (1969), desarrolló la teoría de apego, donde propuso que el ser humano, para facilitar su supervivencia, tiene un sistema de apego que se desarrolla con la evolución, que permite que los niños busquen la proximidad de cuidadores más sabio sy fuertes, para protegerles del peligro.

Si los cuidadores están accesibles y son sensibles y responsables, los niños experimentan sentimientos de seguridad. En cambio, cuando esto no sucede, los niños desarrollan estrategias inseguras como mecanismo de adaptación.

El sistema de apego está activo a lo largo de toda nuestra vida y modera la manera que tenemos de relacionarnos con otras personas.

Asimismo, influencia la imagen que tenemos de los otros seres humanos, para saber si nos podemos fiar de ellos o no, y la imagen que tenemos de nosotros mismos respecto al afecto.

Existen varias clasificaciones de los tipos de apego, siendo una de las más sencillas la de Ainsworth y su equipo (1978), que lo divide en tres tipos: seguro, ansioso y evitativo.

En los adultos, el apego inseguro se definiría (Fraley y cols., 2000), como niveles muy altos de estas dos alternativas psicológicas:

  • Ansiedad de apego: supone miedo al rechazo y al abandono, así como gran preocupación por las relaciones interpersonales que suponen una gran fuente de malestar.
  • Evitación: es la tendencia a sentirse incómodo con la intimidad y la cercanía en las relaciones interpersonales.

El apego inseguro (elevada ansiedad de separación y evitación), está ligado, de forma consistente, con una pobre adaptación psicosocial. Pero el apego seguro (baja ansiedad y evitación), se correlaciona con variables de bienestar psicológico como adecuada regulación emocional o satisfacción en las relaciones interpersonales (Mikulincer y Shaver, 2007).

Los primeros ensayos no solo confirmaron que el mindfulness y el apego seguro demostraban correlaciones positivas (Cordon y Finney, 2008); Walsh y cols., 2009), sino que se ligan a los mismos resultados positivos: baja reactividad al estrés, mejor salud física y psicológica y mejora en la autorregulación conductual (Shaver y cols., 2007; Ryan y cols., 2007, Brown y cols, 2007; Koole, 2009).

¿Qué relación existe entre mindfulness, apego y psicopatología?

Por este motivo, hipotetizaron que el apego seguro puede ser uno de los factores relacionados con el entorno social que facilitase el desarrollo del mindfulness rasgo.

En este tema, hay investigaciones que confirman que la metacognición se asocia a un estilo de apego seguro, por lo que las técnicas como el mindfulness, que mejoran la metacognición, se espera que eleven el apego seguro (Linares y cols., 2016).

Se piensa que uno de los mecanismos terapéuticos del mindfulness, en la depresión, pero también en otras patologías, puede ser la facilitación de un apego más seguro.

Algunos estudios plantean que el miedo a experimentar emociones positivas, debido a un estilo de apego inseguro, está fuertemente relacionado con patología psiquiátrica, y media el vínculo entre alexitimia (dificultad para expresar emociones), y depresión (Gilbert y cols., 2014).

Esto se nota también en otras patologías. Así, Fossati y su equipo (2011), estudiaron si el mindfulness mediaba la asociación entre las dimensiones de apego y las características clínicas del trastorno límite de personalidad (TLP), en una muestra no clínica de estudiantes italianos.

Se confirmó que existía una asociación negativa entre niveles de mindfulness y síntomas de TLP. Las investigaciones de mediación confirmaron que el mindfulness mediaba totalmente la relación entre necesidad de aprobación y TLP.

Por consiguiente, se confirmaba que los síntomas de TLP estarían mediados por déficits de mentalización, que podría ser operativizado como bajos niveles de mindfulness.

En las relaciones hostiles, parece que el mindfulness sería mediador entre este tipo de relación y el estilo de apego, ya que sobre todo mediaría en la ansiedad de apego (Saavedra y cols., 2010).

Elevar el mindfulness para facilitar el apego seguro

Los estudios correlacionales muestran que los individuos con apego seguro como rasgo reportan niveles de mindfulness más altos que los que presentan apego inseguro (Goodall y cols., 2012).

Cuando se realizan ensayos (Pepping y cols., 2015), para evaluar si hay relación casual entre estilo de apego estado y mindfulness estado, se comprueba que los aumentos de mindfulness estado no producen cambios en el estilo de apego seguro estado.

Y al revés, elevar el estado de apego seguro no produjo modificaciones en los niveles de mindfulness estado. Esto propicia que no existe una relación casual inmediata y directa entre ambas variables, por lo menos cuando se cambian con técnicas breves experimentales.

En el futuro habría que evaluar si intervenciones de más larga duración son aptas para producir este cambio.

En otro ensayo (Davis y cols., 2016), se estudió la relación entre apego, bienestar y mindfulness mediante una encuesta online. Se confirmó que el malestar psicológico, ansiedad, estrés y depresión, se correlacionaba intensamente con el estilo de apego del individuo.

En cambio, el bienestar psicológico solo se correlacionaba con la ansiedad de apego. En definitiva, los resultados confirman que el mindfulness es un moderador importante que reduce el efecto negativo del apego inseguro en el bienestar psicológico.

El estudio más definitivo en este sentido es el de Pepping y su equipo (2014), en el que se investiga la relación entre el mindfulness y el estilo de apego, tanto en meditadores como en no meditadores, ya que la intensidad de esta asociación podría variar según la experiencia meditativa de los participantes.

Se corrobora que el mindfulness y el apego están de manera intensa relacionados en ambos grupos, pero la ansiedad de apego y la evitación explican dos veces más la varianza en los niveles de mindfulness en meditadores experimentados cuando se compara con personas sin experiencia meditativa.

La relación entre ansiedad de apego y mindfulness es mucho más alta en meditadores con experiencia, porque está mediada por la meditación. Por consiguiente, la técnica del mindfulness mejoraría tanto el mindfulness rasgo como la ansiedad de apego, confirmando que las terapias de mindfulness facilitarían desarrollar un apego seguro.

Apego y compasión

Compasión, un constructo relacionado con el mindfulness y que se considera una terapia de complemento a la del mindfulness, se ha estudiado en relación con el apego.

Un ensayo de Moreira y su equipo (2015), realizado con madres de niños en edad escolar, confirma que el estilo de apego de la madre condiciona el estilo de cuidado parental respecto a los hijos de dos formas diferentes:

  1. La evitación del apego tiene un efecto directo, originando un estilo parental poco mindful.
  2. La ansiedad de apego rebaja los niveles del mindfulness parental mediado por una baja autocompasión.

Elevar los niveles de compasión es vital para mejorar el estilo parental, sobre todo en las personas con apego inseguro. Y se ha demostrado que la autocompasión es un mediador entre la ansiedad de apego y la apreciación del cuerpo (Raque-Bogdan y cols., 2016).

La apreciación del cuerpo es crucial para unas adecuadas relaciones interpersonales, así como en la relación del individuo consigo mismo. También otros ensayos encuentran que la autocompasión se asocia a mayor apego materno fetal (Mohamadirizi y cols., 2016).

Uno de los datos más importantes en relación con el apego y la compasión es que la técnica de la compasión previamente a la práctica del mindfulness elevaría la adherencia a esta última. Pese a sus beneficios, para muchas personas es difícil practicar mindfulness y se desaniman mucho.

Esto es más frecuente en personas con estilos de apego inseguro, ya que se autocritican cuando la práctica no les sale bien, según sus expectativas.

Hay ensayos que demuestran que producir una impresión previa, con compasión antes de practicar mindfulness, facilitaría el mantenimiento de la práctica, porque aumentaría los niveles del mindfulness estado (Rowe y cols., 2016).

Inducir compasión es una práctica reciente en investigación. Leary (2007), fue el primero en hacerlo; pidió a los participantes que pensaran en alguna situación familiar de una manera autocompasiva. Esta inducción se ha usado como técnica meditativa habitual (Hofmann y cols., 2011), y como terapia (Gilbert, 2009).

Lo que muestran Rowe y su equipo (2016), es que la compasión puede ser inducida y eleva el deseo de seguir practicando mindfulness. Se cree que la razón es que la compasión puede convertir un ejercicio desafiante, como es la meditación, en algo más sencillo.

El mindfulness rasgo no modera esta asociación. Las personas con bajo mindfulness rasgo se pueden beneficiar más, pero esta muestra tiene niveles elevados de mindfulness rasgo, por lo que es necesario repetir el estudio en aquellas con bajo rasgo de mindfulness.

La adherencia al mindfulness va a aumentarse con una técnica inicial de compasión, algo que la tradición budista ya recomendaba.

Esta enorme relación entre compasión, apego y mindfulness es una de las razones por las que nuestro grupo ha desarrollado un modelo específico de compasión denominada terapia de compasión, basada en los estilos de apego (García Campayo y Demarzo, 2015).

Existen estudios que demuestran su eficiencia en enfermedades tipo fibromialgia y en la población general no clínica.

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