Adopta una postura cómoda.
Haz tres respiraciones más profundas, donde sientas la perfecta inhalación y exhalación del aire.
Dale espacio a tu respiración para que se estabilice poco a poco, sin forzar…
Comienza a darte cuenta de la inminente aparición de pensamientos.
Si en algún momento tu mente se distrae o se ancla en alguno de los pensamientos, toma consciencia de ello y vuelve poco a poco a desplazar tú atención al flujo de tu respiración.
Y así una y otra vez… una y otra vez.
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